Valoración en breve:
Un thriller altamente climático repleto de escenas de impacto y giros inesperados de la trama, donde nada es lo que parece y que pronto será adaptado al cine.
Catriona Ward hace gala de un estilo fluido, embellecido con algunas poéticas descripciones intercaladas en el texto que no interrumpen el ágil ritmo de la narración. En su novela aparece un grupo de seres humanos atormentados por los errores del pasado y que buscan, sin saberlo, las mismas respuestas; una trama dolorosamente realista impregnada de anhelos incumplidos, esperanzas fallidas y desilusiones. Para ello, la autora construye la psicología de sus personajes de una manera particularmente fascinante y verosímil, de tal forma que, por ejemplo, permite introducirnos en la psique de una persona mentalmente desequilibrada y visualizar su alterado mundo interior
La casa al final de Needless Street
-Argumento-
Ted Bannerman vive en la última casa de la calle Needless Street, justo donde comienza el bosque. Una vivienda desvencijada a la que ha transformado en rústica fortaleza, con numerosos cerrojos y ventanas tapiadas para que nada ni nadie pueda escapar a su control, y sin espejos o fotografías que alteren una paz que huele a pasado y a muerte.
Ted es un hombretón de mente simple, carece de amigos y vive solo, con la única excepción de su gata Olivia y de una hija preadolescente y problemática llamada Lauren, que le visita una vez por semana. En ocasiones, Ted sufre «ausencias», episodios en los que se evade del mundo real para retrotraerse a lo que parecen recuerdos familiares y/o vivencias íntimas; cada vez son más graves y duran más tiempo, por lo que decide buscar ayuda médica especializada.
Por otra parte, Dee Walters ha dedicado toda su vida a intentar encontrar a su hermana pequeña Laura, desaparecida en las proximidades del cercano lago once años atrás cuando se encontraba a su cuidado. Dee sospecha que Ted pudo ser el causante de su desaparición y que podría tratarse de un psicópata o de un asesino en serie. Por eso se muda a la casa de al lado para espiarlo y, en ocasiones, escucha ruidos o comportamientos extraños, como cuando oye gritar a una niña con un timbre de voz muy similar al de su hermana… aunque ella no ha visto entrar a ninguna niña en esa casa.
-Valoración-
La casa al final de Needless Street es el primer libro publicado en España de Catriona Ward, una escritora nacida en Estados Unidos pero radicada en Gran Bretaña y autora de éxitos como Raw Blood (premio August Derleth de los British Fantasy en 2016) y Little Eve (premio Shirley Jackson y August Derleth en 2019). Una historia de terror psicológico que será pronto adaptada al cine por parte de la productora Imaginarium Productions y cuya traducción ha corrido a cargo de Cristina Macía.
Se trata de un thriller altamente climático repleto de escenas de impacto y giros inesperados de la trama, que se une a una larga serie de ingeniosas novelas de suspense de contenido oscuro, incluso macabro, y tintes sobrenaturales elaboradas por una pléyade de nuevas y multipremiadas narradoras que han desembarcado recientemente en nuestro país, entre las que podemos destacar Detrás de sus ojos de Sarah Pinborough (Alianza-Runas), Experimental Film de Laura Files (La Biblioteca de Carfax), El jardín del tallador de huesos de Sarah Read (Dilatando Mentes) o Las luminosas de Lauren Beukes (RBA), por citar solo algunos ejemplos. En palabras del maestro Stephen King: «Una obra que te mantiene en vilo y guarda sus increíbles secretos hasta el final» y que pone de manifiesto, una vez más, que «Todos los monstruos tienen una historia».
La novela comienza en lo que se antoja un día cotidiano en la vida de Ted, un treintañero inmaduro, bebedor y sin habilidades sociales dominado por un trauma no superado. Este personaje, sociópata y misógino, advierte que existe un asesino en su entorno, y lo más terrible: no puede descartar que sea él mismo porque no siempre puede controlar sus acciones conscientes. Pero Ted es astuto a su manera y ha logrado sobrevivir en un mundo que le supera en inteligencia ocultando siempre su verdadera personalidad y evitando ciertos temas en sus entrevistas con el psiquiatra o en encuentros casuales con vecinos.
En cuanto a Dee, es una mujer afligida que la vida ha tratado de manera particularmente cruel: primero perdió a su hermana –su cuerpo nunca fue hallado, ni se encontraron pruebas incriminatorias contra nadie, por lo que para la policía es un caso más sin resolver– y luego a sus padres, así que se quedó completamente sola para soportar la amargura y el dolor. Desde entonces su único propósito ha sido encontrar a la persona que se llevó a su hermana y para ello se mantiene en contacto permanente con la detective asignada al caso, si bien nunca le ofrece avances. Por eso, cuando averigua que habían desaparecido más niños en el entorno del lago, decide afrontar sus propios miedos y vigilar personalmente a Ted, a pesar de que cuenta con una sólida coartada.
Además de ambos protagonistas, el plantel de personajes se complementa con algunos secundarios muy relevantes. La gata Olivia es un felino muy especial, inteligente y capaz de detectar las «ausencias» de su amo, que a veces se prolongan durante días. Lauren es una muchacha delicada emocionalmente que desea escapar del férreo control que ejerce su padre sobre ella, aunque éste asegure que intenta satisfacer todos sus deseos con paciencia y responsabilidad. El psiquiatra que trata regularmente a Ted le proporciona los medicamentos que necesita para mantener a raya su enfermedad, aunque nada es gratis. Nocturno es otro gato violento y salvaje que aparece en ocasiones. Etcétera.
Catriona Ward hace gala de un estilo fluido, embellecido con algunas poéticas descripciones intercaladas en el texto que no interrumpen el ágil ritmo de la narración. En su novela aparece un grupo de seres humanos atormentados por los errores del pasado y que buscan, sin saberlo, las mismas respuestas; una trama dolorosamente realista impregnada de anhelos incumplidos, esperanzas fallidas y desilusiones. Para ello, la autora construye la psicología de sus personajes de una manera particularmente fascinante y verosímil, de tal forma que, por ejemplo, permite introducirnos en la psique de una persona mentalmente desequilibrada y visualizar su alterado mundo interior.
Ward juega entonces con las expectativas del lector y los diferentes puntos de vista de los protagonistas, filtrando lo que vemos a través de la mirada perturbada de Ted, la angustiada de Dee o la insólita de la gata Olivia, que tampoco es una narradora demasiado confiable. Por otra parte, la autora realiza un interesante ejercicio literario al superponer las tres visiones y tratar de ofrecer una especie de realidad extendida; es decir, un personaje adelanta la acción por venir al siguiente, quien repite y amplía los hechos desde su particular perspectiva, dando lugar a un juego mental muy enriquecedor. El resultado es extraordinario, el lector nunca puede estar completamente seguro de lo que sucede y la narración mantiene una tensión constante con la veracidad.
Como no podía ser de otra forma, el desenlace resulta espectacular y catártico. Afloran los recuerdos anudados cual muñeca rusa –la aparición de este objeto en casa de Ted es todo un símbolo–, el pasado se superpone al luminoso presente y comprobamos que nada es lo que parece, pues damos por hecho muchas cosas y en no pocas ocasiones basamos nuestro juicio en estereotipos e ideas preconcebidas que no siempre corresponden a la realidad.
Como bien reza la contraportada de este libro, La casa al final de Needless Street es una historia sobre un asesino en serie, una niña desaparecida, un plan de venganza y la muerte que sobrevuela sobre todo el conjunto. Un auténtico pasa-páginas con un final, quizá, demasiado largo que se detiene a ofrecer explicaciones que el lector podría fácilmente encontrar entre líneas, y que revela un sorprendente mundo de personas mentalmente enfermas y otras tan crueles y despreciables como para aprovecharse de ellas, pero donde también cabe el amor y la esperanza de alcanzar una vida mejor.
