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Revistas publicadas en 2005

Revista Cuasar, 40

Cuasar, 40

Comentario:

 

«Cuasar» inició su andadura allá por el lejano verano de 1984, lo que la convierte en la más longeva publicación en activo en lengua castellana. Se podría hablar largamente sobre su indiscutible importancia en la configuración de una ciencia ficción argentina, latinoamericana e hispanoamericana, una labor callada pero capital llevada a cabo por su esforzado editor. Pero, además, «Cuasar» es una de las publicaciones que mejor aúna producción autóctona con los mejores talentos extranjeros, relatos con frecuencia premiados en los principales galardones del fantástico: Hugo, Nebula, Locus, etc. Basten como muestra: "La música de la sangre", "Paladín de la hora perdida", "El hijo de la sangre", "La torre de Babilonia", "El hombre diferido", "Solsticio", "Macs", "Aprendiendo a ser yo", "El asunto de Seggri", "El gatito de Schorödinger", "El imperio del helado"... o lo que es lo mismo: Angélica Gorodischer, Frederik Pohl, Christopher Priest, Harlan Ellison, Sergio Gaut vel Hartman, Ian Watson, James E. Gunn, Frank Herbert, Norman Spinrad, Clifford D. Simak, Gregory Benford, Gene Wolfe, Gardner Dozois, Robert Silverberg, Brian W. Aldiss, Roger Zelazny, Greg Bear, Kim Stanley Robinson, Charles L. Grant, Eduardo J. Carletti, Philip K. Dick, Ursula K. Le Guin, Octavia Butler, Daína Chaviano, Charles Platt, Pat Cadigan, Kate Wilhelm, James Tiptree, Jr., Karen Joy Fowler, Elia Barceló, Michael Bishop, James Patrick Kelly, John Kessel, Carol Emshwiller, James P. Blaylock, John T. Sladek, Lewis Shiner, Michael Bishop, Orson Scott Card, J. G. Ballard, William Gibson, Algis Budrys, Juan Carlos Planells, Carlos Gardini, Geoff Ryman, Cordwainer Smith, Lucius Shepard, Bob Shaw, Richard Calder, George Langelaan, George R.R. Martin, Peter S. Beagle, John Varley, Ted Chiang, Eric Brown, Thomas M. Disch, Fritz Leiber, David Hartwell, Barry N. Malzberg, Jorge Luis Borges, Michael Swanwick, Thomas Ligotti, Connie Willis, Terry Bisson, Stephen Baxter, Robert A. Heinlein, Clive Barker, David Pringle, Jack Vance, Jack Cady, Augusto Uribe, Jonathan Lethem, Armando Boix, H. P. Lovecraft, Bruce Sterling, Poul Anderson, Michael Moorcock, George Alec Effinger, Charles Stross, Jeffrey Ford, Graham Joyce, Henry Kuttner, Greg Egan y un interminable etcétera, por citar sólo algunos nombres ilustres en riguroso orden de publicación.

 

Salvo «Nueva Dimensión», «Más Allá» o las sucesivas encarnaciones de «Asimov», ninguna otra publicación puede ofrecer un catálogo tan completo, pese a ser una publicación estrictamente no comercial. Por ello, no es de extrañar que algunos textos "descubiertos" por publicaciones españolas fueran primero editados en «Cuasar»: "La torre de babilonia" de Ted Chiang, "Mosquito" de Richard Calder, "El niño muerto en tu ventana" de Bruce Holland Rogers, "La flor de cristal" de George R. R. Martin, "Eclipse parcial" de Graham Joyce o "Los motivos de vergüenza de la ciencia ficción" de Thomas M. Disch, entre otros. Además, cada número se completa con abundantes reseñas de libros –que suelen alcanzar buen nivel-, así como uno o varios ensayos y notas de auténtica relevancia, noticias, premios, et al.

 

Para algunos privilegiados de este lado del Atlántico, que por edad apenas pudimos disfrutar de la etapa de «Nueva Dimensión», descubrir «Cuasar» supuso una auténtica revelación. Más tarde llegarían los buenos tiempos de la publicación simultánea en España de hasta cuatro revistas de distribución comercial: «Gigamesh», «2001», «Solaris», «Galaxia», sendas «Asimov»... que aportaron esquemas editoriales más o menos similares con dispar resultado aunque hoy, desgraciadamente, sólo sobrevive la primera. En su última transformación, acaecida en el número 36, la revista argentina redujo páginas y adoptó un formato algo superior al A5, que le ha permitido mantener una periodicidad trimestral, aumentar ventas y visibilidad.

 

Y por fin llegamos a este número en concreto, que presenta tres relatos y dos artículos; es decir, tres autores iberoamericanos y dos importantes firmas anglosajonas; o varios textos inéditos, uno galardonado con varios importantes premios y un ensayo precedido por la polémica; o cuatro obras recientes y un importante rescate. Un índice representativo de un número regular de esta, sin duda, excepcional publicación (1), que dedica un tercio del espacio a reseñas de novedades bibliográficas (2). Si aceptan un consejo, suscríbanse y disfruten de «Cuasar» (la distribución a través de alguna librería en España es bastante limitada), y no dejen de visitar su interesante web.

 

(1) Sin embargo, pese a la austeridad que le caracteriza, debiera abandonar algunas prácticas heredadas de su etapa como fanzine, como una composición de textos que busca maximizar el espacio, trasladando varias páginas más adelante la finalización de cuentos o el editorial. Aunque tampoco vendría mal añadir ilustraciones en alguno de los cuentos.

(2) Donde destaca el pragmatismo del propio Luis Pestarini o Sergio Gaut vel Hartman, el estilo de Amelia Gómez Centurión y los desvaríos de Carlos Abraham, tan apreciable ensayista como discutible reseñador.

 

Incluye:

"La paloma eléctrica", de Ricardo G. Curci

"Kirinyaga", de Mike Resnick

"Los festejos del fin del mundo", de Pablo Dobrinin

"La promesa despilfarrada de la ciencia ficción", de Jonathan Lethem

"Literatura y política, «La purga» de Juan Filloy", de Carlos Abraham

 

Valoración: Notable

"La paloma eléctrica", de Ricardo G. Curci

 

Un día de verano, un padre y su hijo observan el vuelo de una de las últimas bandadas de palomas. Años después, cuando todas las palomas del mundo han muerto, el recuerdo de belleza y libertad permanece grabado en sus corazones. Decidido a añadir una nota de esperanza en un mundo triste y gris, este hombre de apariencia anodina aunque impenitente soñador se afana en construir palomas gigantes capaces de transportar a un hombre. Historia poética y de final agridulce, tan frágil y bella como la imagen de la paloma que, además, sirve de metáfora del soñador capaz de arruinar su vida persiguiendo la volátil felicidad.

 

Valoración: Notable

"Kirinyaga" ("Kirinyaga", 1998), de Mike Resnick

 

Kirinyaga es el antiguo nombre del Monte Kenia, de la época en que las tres razas masai, kamba y kikuyu habitaban sus laderas antes de la llegada del hombre blanco. Lo que vino después es de sobra conocido: devastación, superpoblación, contaminación… Por eso los últimos descendientes puros decidieron emigrar a Kirinyaga, una reserva ubicada en un satélite aislado donde recrear el ambiente y vivir según las tradiciones ancestrales. Pero la muerte de un recién nacido (1) debido a una antigua superstición puede suponer la revocación de la Carta de derechos y cambios irreversibles. Koriba, brujo del poblado educado en las principales universidades del mundo occidental, deberá afrontar la visita de una representante de “Mantenimiento” y defender la singularidad de su pueblo.

 

Historia perteneciente al ciclo de relatos “africanos” de Resnick, que también incluye la excelente “Una mañana perfecta, con chacales” (Nadir nº 13). Un cuento notable en el escritor americano plantea otro de sus habituales dilemas morales, esta vez poniendo en el fiel de la balanza derechos humanos y de las minorías étnicas, orgullo racial (que no racismo) y respeto por la diferencia, fidelidad a la tradición (2) como única fórmula de supervivencia frente a un mundo globalizado. Brujo y representante exterior opondrán sus respectivos ideales para dirimir un conflicto en la práctica irresoluble, en el que no parece quedar más salida que una huída hacia adelante que augura, tal vez, el canto del cisne para los kikuyu.

 

Una historia magníficamente planteada y ambientada -al menos a ojos del lector occidental-, narrada con una sensibilidad contenida centrada en la figura de Koriba: brujo, curandero, narrador de historias pero, sobre todo, mecanismo de salvaguarda y transmisión de la sabiduría y tradiciones de su pueblo. Resnick, excepcional creador de relatos como el magnífico “Siete vistas de la garganta Olduvai” (premios Hugo, Nebula, UPC, Ignotus, SF Chronilce y HOMer, y finalista del Locus y Sturgeon), merece sin duda un lugar destacado en el panteón de escritores de ciencia ficción mundial.

 

(1) En el relato no se indica cómo se pudo conocer la noticia fuera de la reserva.

(2) Férreamente machista, por cierto.

 

Valoración: Notable

"Los festejos del fin del mundo", de Pablo Dobrinin

 

El fin del mundo es una fiesta pagana, donde parroquianos y personajes mitológicos dan rienda suelta a sus deseos largamente reprimidos en escenarios tan prosaicos como una vulgar cervecería. Cuento breve dotado de una lógica interna que escapa al juicio de la racionalidad, que por temática y tratamiento recuerda a “Por qué el mundo no acabó el martes pasado” de Connie Willis (BEM nº 66, premio Ignotus).

 

Valoración: Regular

"La promesa despilfarrada de la ciencia ficción", de Jonathan Lethem

 

Hubo un tiempo en que la ciencia ficción estuvo a punto de alcanzar respetabilidad como movimiento literario. Según la tesis formulada por el autor, obras de calidad comparable a la mejor ficción norteamericana de los ’70 fueron reiteradamente desplazadas en estanterías y principales premios de género por títulos reaccionarios y de escaso interés artístico. Deplora la ciencia ficción de la Edad de Oro por su carácter materialista y anti-intelectual y alaba por el contrario la escritura imaginativa y surrealista de autores no americanos como Borges, Abe, Cortázar o Calvino. Por último, defiende que aún hoy se escribe una ciencia ficción que debiera merecer mayor atención de la crítica, pero por las citadas causas los autores carecen de respetabilidad y no son viables comercialmente.

 

Lethem utiliza un enfoque premeditadamente provocador para propiciar la reacción del lector genérico, una táctica aceptable si no se sirviera de –en mi opinión- verdades a medias que con frecuencia esconden una completa falacia. Si bien muchos especialistas coinciden en que hubo un tiempo en que, efectivamente, la anhelada respetabilidad del género estuvo casi al alcance de la mano, es difícilmente comprensible que la razón última de este fracaso se halle en unos premios que carecen de la menor proyección fuera del género o que las portadas de los libros sean espantosamente feas (sic). Se podrían aducir en cambio otro tipo de razones: desinterés por la literatura en general y la ciencia ficción en particular, su dificultad e intrínseca metarreferencialidad, la escasez de autores de auténtica relevancia que tomasen el relevo, el abandono de formatos proclives como el relato corto, la pérdida de fascinación por la conquista del espacio, etc.

 

Parcialmente se puede estar más o menos de acuerdo con algunos asertos: que la ciencia ficción ha fracasado en presentar su mejor rostro (algo que no ocurre en otros géneros, como la novela negra) o que sería recomendable la creación de un canon de obras valiosas a partir de los años ’70, pero confundir gustos personales –respetables pero subjetivos– con “calidad” supone un craso error, máxime cuando no aporta verdaderos argumentos al debate sino meros juicios de valor. La autoridad de Lethem en la materia no es discutible, pero si un ensayista desea defender una tesis lo primero que debe hacer es fundamentarla, evitando tomas de posición apriorística o, como en este caso, claramente tecnófoba. Un artículo decepcionante para lo que podría haber dado lugar, que se diluye en un inconformismo baldío falto de soluciones; se da la circunstancia de que este artículo también fue publicado en Jabberwock nº 1 con una traducción sensiblemente mejorada.

 

Valoración: Interesante

"Literatura y política, «La purga» de Juan Filloy", de Carlos Abraham

 

Ensayo literario centrado en la única obra de ciencia ficción del autor argentino, escrita en 1977 y publicada en 1992. Una novela utópico-distópica que narra el intento de un dictador por sistematizar el culto mundial a la belleza. Libro que funciona en clave de alegoría de la situación argentina durante la dictadura militar, aunque por intenciones y estilo se asemeja más a una novela de política ficción de principios de siglo XX.

 

Abraham continúa su loable tarea de recuperación de obras poco conocidas de temática fantástica. No cabe duda de que domina la teoría literaria, pero debiera tener presente que una revista de ciencia ficción no es un medio académico; un artículo divulgativo requiere un esfuerzo suplementario de amenidad y concreción, evitando ociosas digresiones sobre el arte, sus conflictos y escuelas.

 

Valoración: Interesante

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