El Nido de Ladrones ocupa una región situada a ambos lados de la frontera entre Colombia y Perú; selva amazónica que sirve de refugio para inadaptados y disidentes políticos que profesan ideas radicalmente liberales. Los cárteles colombianos de la droga comenzaron a invertir en biotecnología y cuarenta años después disfrutan de un enclave virtualmente independiente repleto de laboratorios genéticos piratas, con desarrolladores de retrovirus y drogas de diseño, traficantes de tecnología, anarquistas, guerrilleros y refugiados de guerra procedentes de la sangrienta guerra civil que asola Colombia. Un lugar en el que resulta imposible discernir donde termina la selva natural y comienza la ecología artificial creada mediante biotecnología, con especies especialmente adaptadas para servir como mecanismo de defensa y para las que no sirven las toxinas químicas, venenos, exfoliantes ni armas biológicas pues pueden analizar y reprogramar su metabolismo para hacerlos completamente inofensivos.

Un agente de la DEA (Agencia Antidroga Estadounidense) se introduce en el Nido para intentar “rescatar” a un brillante bioquímico, un genetista molecular que huyó de la empresa para la que trabajaba llevándose consigo importantes herramientas genéticas relacionadas con un proyecto militar de alto secreto del Departamento de Energía Norteamericano. Alguien con demasiado talento y conocimientos por el que merece la pena emprender una misión tan arriesgada.

Relato ambientado en el año 2035, cuyo título está tomado de un pasaje de «El corazón de las tinieblas» de Joseph Conrad, que dice: “Cuando la necesidad obliga, los principios no son más que briznas de paja arrastradas por el viento”. De planteamiento inicial próximo al tecnothriller y a la prospectiva sociopolítica, en su segunda mitad se transforma en un nuevo ejercicio de especulación que, en conjunto y a nivel personal, me recuerda mucho al enclave lisérgico descrito por J.G. Ballard en el relato “Cargamento de sueños”. Sin duda alguna, el Nido conforma un territorio fascinante.

Valoración: Muy Interesante

Todo comienza la noche del sábado 2 de junio de 2007. El anónimo narrador acude incitado por su novia a las instalaciones de la secta filo-científica de los Hijos de Eva para ser mitotipificado, es decir, para secuenciar su ADN y conocer así el teórico lugar que ocupa dentro de la ascendencia común de la humanidad. Este revolucionario sistema emplea ADN mitocondrial heredado de la línea materna, que denota profundos lazos de sangre existentes en el ser humano, lo que, en la práctica, desbarata cualquier prejuicio o mito creado en torno a conceptos como raza, cultura y parentesco.

Instigado por su novia, nuestro escéptico narrador -un pobre posdoctorado en física de Sydney que se gana la vida dando clases a estudiantes- desarrolla un novedoso proyecto de investigación relacionado con la mecánica cuántica y la teoría de la información aplicada a la genética que los Hijos de Eva no tardan en aceptar y financiar holgadamente, adquiriendo rápidamente el estatus de paleogenetista semi-independiente. Sin embargo, en privado sigue mostrándose escéptico con el sistema y aún más cínico para con su propio trabajo de investigación... hasta que obtiene algunos resultados concluyentes.

La Eva del título hace referencia a los restos fósiles encontrados en el río Omo de Etiopía de un homínido de sexo femenino datado en 200.000 años, el primer ancestro común de la raza humana. Egan explica conceptos avanzados de genética, así como la tesis del origen africano del homo sapiens, intercalando –tal vez para rebajar un tanto la densidad narrativa- episodios presididos por una fina ironía: en la relación del protagonista con su novia, en todo lo relativo a la secta filo-científica y en cómo el mundo se deja arrastrar por ideas tan irreflexivas como poco científicas. Egan se ríe a mandíbula batiente de la enorme estupidez humana para generar conflictos por asuntos absolutamente nimios, y pone como ejemplo las “Guerras de los Ancestros”, una especie de guerra de sexos para determinar el ídem de nuestro primer antepasado, que desemboca en algaradas callejeras ante un inocente congreso de paleontología. Además, y pese a su apariencia políticamente correcta, el desenlace puede entenderse como otro ejemplo de su particular irreverencia.

Valoración: Notable Alto

Bruno y Alison son dos brillantes universitarios que descubren un aparente “defecto” en las matemáticas, una extraña anomalía que opera con lógica contradictoria y permite que un teorema pueda ofrecer un resultado y su contrario en determinadas regiones de la aritmética trans-astronómica no estándar (algo que sólo tiene sentido más allá del universo cognoscible). Juntos elaboran el mapa del defecto utilizando miles de ordenadores de voluntarios conectados a través de Internet y creen que si logran la potencia de cálculo suficiente podrían limarlo o aplastarlo hasta hacerlo entrar en nuestro sistema físico.

Por eso ambos se encuentran en Shanghai; han alquilado tiempo de proceso del mayor superordenador del mundo: Luminoso, una máquina terriblemente avanzada y rápida “hecha de luz”, ubicada en el Instituto de Ingeniería Óptica Avanzada. Pero la compañía Industrial Algebra (IA), una empresa relacionada con desarrollos tecnológicos militares, no desea que pongan a prueba su teoría y hará todo lo posible para impedirlo.

Buena parte de este cuento gira en torno a la filosofía de las matemáticas, reflexionando, entre otras cuestiones, sobre la idea de si un teorema se convierte en verdadero solo cuando es demostrado por un sistema físico o si las matemáticas se encuentran más allá de coordenadas espacio-temporales. Propone corolarios como si la existencia de un observador altera el resultado de una proposición matemática, cuestiones relacionadas con la Teoría del Caos, o realiza un intento por visualizar de alguna manera las matemáticas. Propuestas tal vez demasiado abstractas para un lector de narrativa común, aunque qué duda cabe que terriblemente originales.

Con todo, el relato peca a mi juicio de las fallas habituales de la denominada “ciencia ficción de ideas”. Es decir, a un gran argumento especulativo no le sigue un desarrollo literario acorde, y eso que el autor demuestra su interés por la estructura narrativa y propone además dos líneas de acción que transcurren en periodos diferentes. Pese a ello, no faltan los elementos de interés, como el empleo de mecanismos de defensa y ataque viral en sangre, una atinada descripción de la transición de China del comunismo totalitario al capitalismo salvaje y un desenlace sorprendente en el que el universo tal vez no vuelva a ser nunca más un lugar apacible y sereno.

Valoración: Notable

Un vulgar ratero nocturno roba un parche ocular a un hombre de aspecto acomodado. El parche contiene un carísimo chip Pandemonium, tecnología de avanzada y con toda probabilidad ilegal. Tras sopesar venderlo por una alta suma, finalmente decide probarlo por sí mismo y descubre que el parche oculta la visión directa del ojo pero crea una especie de canal sensorial de información que remite directamente del cerebro. Pero además, y como efecto secundario, revela sorprendentes detalles acerca del proceso cognitivo que le empujan a querer saber más sobre el libre albedrío, es decir, encontrar el origen último de toda decisión, el auténtico “yo” puro e incorruptible: el esquivo “Señor Volición”.

Relato corto de orientación metafísica que gira en torno a los factores que rigen el mecanismo de volición, con el propio protagonista como sujeto de experimentación.

Valoración: Muy Interesante

James Glass es un investigador que trabaja en el esclarecimiento de la explosión que ha destruido una importante empresa de biotecnología que desarrollaba un proyecto para fortalecer la barrera entre la madre y el feto, una “crisálida” capaz de envolver al neonato y protegerlo del exterior, evitando enfermedades y drogodependencias maternas. Se trata de un atentado extraño, por cuanto no parece existir un móvil aparente: no ha afectado a la cadena de producción, la compañía guarda copia de seguridad de todos sus proyectos y en apenas seis meses pueden estar de nuevo operativos, y no existe ninguna otra compañía que investigue en este ramo, lo que descarta el sabotaje comercial. Sin embargo, cuatro días después las muestras de seguridad almacenadas en una cámara acorazada son destruidas. Las sospechas apuntan ahora hacia grupos fanáticos, pero ¿de qué tipo? Y, sobre todo, ¿por qué? y ¿para qué?

Uno de los relatos más comprometidos y con mayor nivel de denuncia de Greg Egan. Para empezar, el protagonista es un gay con pareja estable, que asume con naturalidad su condición y no siente la necesidad de defenderse constantemente en público. Ciertamente, la sociedad futura que vislumbra este relato es mucho más tolerante que la actual, como lo es la de hoy en día respecto a una década atrás, pero Egan escarba en nuestras conciencias y descubre que pese a nuestra actitud tolerante aún subsisten líneas rojas que es muy difícil traspasar. Una historia controvertida que pone de manifiesto una sutil discriminación por razón de orientación sexual, y que plantea un interesante y profundo debate ético-moral. Además, en tono menor, nos enseña que a veces una simple persona puede cambiar el destino de asuntos importantes, sin necesidad de buscar conspiraciones que involucren a gobiernos y grandes organismos.

Valoración: Notable Alto

Un hombre que ha cumplido los 107 años de edad se plantea firmar un contrato para transferir su cerebro orgánico a un sustrato digital para, en segundo término, albergar su consciencia escaneada en un cuerpo físico capaz de interactuar con el mundo real; en la práctica, la inmortalidad gracias a la tecnología. Una psicóloga-asesora de la Corporación Gleisner le informa que durante el proceso de copia su mente, en coma profundo, disfrutará de sueños de transición que posteriormente no podrá recordar. ¿Por qué preocuparse por algo que va a olvidar? Y, sin embargo, el hombre se obsesiona con la idea de cómo será este proceso y en qué medida afectará a su mente inconsciente.

Varios de los temas más representativos del autor de Perth se dan cita en este cuento, de sorprendente desenlace recursivo y a medio camino de una historia de horror. En el capítulo de deficiencias, un diálogo abstracto que en ocasiones se torna aburrido y una estructura narrativa cuando menos mejorable.

Valoración: Muy Interesante

Claire es profesora de epidemiología en la Universidad de Columbia. Su antiguo jefe, el coronel Brecht, la telefonea para anunciarle que se ha producido un nuevo caso de “fuego plateado” y debe presentarse con urgencia para el servicio activo. Se trata de un virus que afecta al tejido subcutáneo y provoca la muerte o el ingreso hospitalario tras un periodo de incubación de tres días, de origen desconocido y del que no se dispone de vacuna alguna. Tras un concienzudo examen a los mapas de contagio, concluyen que un portador no infectado está propagando la enfermedad entre los denominados micropoblados, enclaves independientes y semi-autárquicos integrados por radicales fanáticos de la tecnología.

Egan describe un microcosmos social compuesto por cientos de sectas filotecnológicas, luditas antiprogreso, extremistas políticos, grupúsculos violentos y todo tipo de fundamentalismos de ideología dispar, que coexiste con un entramado corporativo transnacional que ejerce como auténtico poder político en la sombra. En estos caóticos parámetros aparece en escena la primera plaga de la Era de la Información, una enfermedad degenerativa que se convierte para muchos en prueba irrefutable de sus creencias espirituales, en paralelismo evidente (aunque no unívoco, ni restringido) con la peste de nuestro tiempo: el SIDA.

“Fuego plateado” es, probablemente, uno de los relatos más contundentes, combativos y claros contra cualquier tipo de fundamentalismo que haya leído jamás a Egan, donde se deja la piel para advertirnos acerca del gran peligro de nuestra permisiva (por adocenada) sociedad actual: la nueva espiritualidad que da la espalda a la razón. Como resulta lógico, el final queda abierto.

Valoración: Notable

Poco después de su duodécimo aniversario nuestro anónimo protagonista comienza un extraordinario periodo de felicidad. Cuando aparecen los vómitos, y se somete a una resonancia magnética, le es diagnosticado un tumor cuya presión en el cráneo provoca los altos niveles de endorfina que justifican los episodios de placentera alegría. La solución habitual consiste en extirpar el tumor mediante cirugía, pero los médicos le ofrecen como alternativa un novedoso tratamiento experimental con un virus modificado genéticamente para destruir las células infectadas. El procedimiento es un completo éxito, pero disminuye el nivel de endorfinas y aparece, en cambio, una creciente sensación de malestar que deriva en una profunda depresión. Lejos de hundirse en la desesperación, el muchacho analiza racionalmente el origen biológico de una aflicción que considera patológica, para lo cual desarrolla complejas teorías neurológicas hasta que descubre un nuevo tratamiento radical.

La neurología y su repercusión íntima en la esencia humana es el tema principal de este excepcional relato especulativo, inusualmente sorprendente por los giros y posibilidades a que puede dar lugar la trama, así como por las fascinantes elucubraciones del personaje a la hora de explicar su anómala situación y verbalizar sus sentimientos. Un relato lineal, profundo y trascendente, que mantiene en todo momento un magnífico tempo narrativo y que culmina en un desenlace asombrosamente optimista; tal vez porque, en el fondo, la vida de cualquier persona es también elección continua.

Valoración: Excelente

En el año 2013 múltiples desarrollos tecnológicos alteran la faz de la sociedad: videoteléfonos, software semiinteligente de traducción de idiomas vía satélite, gestión automatizada de tareas para conducción de taxis o realización de subastas, nanoesferas que permiten seguir el rastro de personas y vehículos a distancia, incluso dispositivos espía capaces de introducirse por los conductos de gas de los hogares y realizar escuchas ilegales. En Milán, un rico industrial contrata los servicios de un investigador privado para averiguar el paradero de un objeto que ha extraviado, un icono religioso del siglo XVIII que representa a la Virgen con el Niño. El mensajero que transportaba la imagen desde Zurich ha muerto asesinado y, pese al escaso valor aparente de la tabla, el cliente se muestra particularmente desesperado y el investigador no tarda en averiguar que pagó una cifra astronómica por ella. En el caso concurren circunstancias demasiado sospechosas para ser considerado normal, y que parecen confluir hacia el culto de una nueva iglesia.

Cuento un tanto inusual en la trayectoria de Egan, en parte debido al empleo de una fórmula tan vieja como es plantear una investigación por parte del clásico detective privado, acaso empujado por la idea de escribir una historia accesible para un público más amplio. En cualquier caso, su carga metafísica es inferior a lo que en él estamos acostumbrados y, a mi juicio, decepciona claramente las expectativas.

Valoración: Muy Interesante

En un remoto futuro la humanidad se divide en polis independientes y autosuficientes, enclaves caracterizados por un diferente signo político, filosofía vital e, incluso, morfología. Dos visitantes procedentes de Atenea, una polis atrasada tecnológicamente y cuyo objetivo es “recuperar las virtudes perdidas de los carnosos”, acuden físicamente a Cartan en lugar del acostumbrado desplazamiento virtual para presenciar in situ la inmersión de Planck. Se trata de Cordelia y su padre Próspero, un narratólogo que ha venido a “honrar la experiencia con su arte”. Cartan se encuentra a casi cien años luz de la Tierra y orbita un agujero negro en cuyo horizonte de sucesos va a tener lugar la experiencia. Los participantes locales emplean avatares (clones) para intentar desentrañar la estructura del espacio-tiempo a la escala de Planck y experimentar de paso los fundamentos esenciales de la mecánica cuántica, pero Cordelia desea sentir en su propia carne toda la belleza y esplendor del universo. Una experiencia imposible de trasmitir al exterior, y tan definitiva como subjetivamente eterna.

A mi juicio, el relato más duro y arriesgado de cuantos he tenido la oportunidad de leer a Greg Egan; física cuántica, matemáticas y teorías sobre la gravedad en un cócktail exclusivo para aquellos escasos afortunados capaces de aprehenderlo en su totalidad. Más sencillo de seguir es la idea de que en un remoto futuro conviven diferentes tipos de entidades posthumanas (en el caso de Cartan, simulaciones fisiológicas que habitan entornos virtuales y adquieren corporeidad a voluntad), algunas de las cuales desean volver a experimentar sensaciones olvidadas. El sentido de la maravilla no proviene de los personajes (por lo demás, acartonados y aburridos) sino de la descripción de una de las maravillas del espacio: las proximidades de una singularidad donde tienen lugar todo tipo de efectos físicos, ópticos y gravitacionales. Un relato que, por momentos, se antoja casi una clase de física avanzada, más propio de un autor como Stephen Baxter que de Greg Egan, y con una innegable deuda argumental con “La tempestad”, de William Shakespeare. Felicitaciones al traductor por este trabajo tan difícil y magnífico.

Valoración: Muy Interesante