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Libros publicados en 2017

La orfíada

Valoración en breve:

 

La Orfíada es una novela que se inspira y homenajea poderosamente a La Odisea de Homero y otros poemas épicos de la antigüedad, una historia trágica de ambición, amor y venganza en tiempos de guerra ambientada en una antigüedad alternativa. El texto retoma la figura clásica del héroe griego, el de semidiós o protegido capaz de arrostrar cuantas dificultades surgen a su paso y a quien sólo otro héroe de su mismo nivel puede matar; un auténtico mito que habita en una esfera superior a la del resto de mortales.

 

Una obra muy ambiciosa que constituye uno de los títulos más destacados del año, con potencial, si se dieran las condiciones necesarias, de convertirse en referente de la actual literatura fantástica española

La Orfíada

-Argumento-


La Orfíada es un relato épico en la mejor tradición homérica. El Gran Reino, uno de los países más extensos del mundo, acaba de dejar atrás una cruenta guerra civil que lo ha devastado. Ahora, el Reino trata de reconstruirse de sus cenizas y héroes legendarios como el indomable Hesión son llamados para dirigir nuevas campañas militares…

 

Hesión, el más noble de todos los paladines del Gran Reino, es el comandante en jefe del Ejército de las Seis Lunas, al servicio del despótico zar Alejo II. El héroe retorna victorioso de la conquista a sangre y fuego de la ciudad costera de Yakra, un rico enclave comercial largamente ambicionado que permite la salida al mar del vasto imperio. Pero los vecinos Kanatos no se amilanan y crean un enorme ejército con el que planean invadir el decadente Reino.

 

Pareja a la leyenda de Hesión corre la de la princesa Eithne, hija de noble linaje que fue bendecida por el numen de la Diosa. Sacerdotisa del templo de la capital Sikandar, posee unas dotes innatas para la magia, una sutil fuerza esotérica de comunión con la divinidad conocida como el Alma. Hesión y Eithne, aunque pertenecientes a tribus diferentes y con responsabilidades y obligaciones a menudo contrapuestas, son amantes; su relación no puede ser calificada como escandalosa pero debido a la inestabilidad social de origen étnico y a su delicada posición en la corte deciden mantener su amor en secreto, al amparo únicamente de sus más allegados.

 

Por otra parte, el gran poeta Autólico de Sandria, consciente de la inminencia de la guerra, acepta el encargo del rey Rexénor del lejano país de Orestes para dirigir la construcción de la mayor biblioteca del mundo. Parte en compañía de su ayudante, el escriba Iósif, antes de que los caminos queden bloqueados, y en su lento deambular va dando cuenta de las gentes y lugares que encuentra a su paso.

 

Mientras, en la corte del Reino se suceden las intrigas políticas y las traiciones. El zar Alejo II continua cegado por sus sueños de conquista y es incapaz de controlar a su hija, la ambiciosa zarevna Cordelia, quien ha tejido una compleja red de espías y comisarios políticos a su servicio y se alía con el despiadado general Yaroslav –rival de Hesión- para fomentar los odios interétnicos como medio de desestabilizar el país y lograr así su ascenso definitivo al poder.


 

 

 

-Valoración-


Víctor Conde (Santa Cruz de Tenerife, 1973) es un escritor muy prolífico y polifacético, responsable de una treintena de títulos de género fantástico entre los que destacan El tercer nombre del emperador (Equipo Sirius, 2002), Piscis de Zhintra (Artifex, 2002), Mystes (Minotauro, 2004), El dragón estelar (Timun Mas, 2007), El teatro secreto (Parnaso, 2008), la trilogía Heraldos de la Luz (Hidra, 2010), Crónicas del Multiverso (Minotauro, 2010, premios Minotauro e Ignotus de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror), Hija de lobos (Minotauro, 2011), Ecos (Sportula, 2015), El códice de las brujas (Dolmen, 2015), Las puertas del infinito (Fantascy, 2016, junto con José Antonio Cotrina) y un largo etcétera. Conde ha cultivado la práctica totalidad de temáticas, desde la ciencia ficción de aventuras, la científica y la metafísica, hasta la fantasía clásica, el terror, el steampunk, el género zombi, la novela juvenil y los libro-juegos. Sus relatos han sido incluidos en la inmensa mayoría de publicaciones especializadas de España e Iberoamérica, aunque solo cuenta con una antología publicada: El libro de las almas (Erídano, 2010).

 

La Orfíada es una novela que se inspira y homenajea poderosamente a La Odisea de Homero y otros poemas épicos de la antigüedad, como La Ilíada también atribuida a Homero, La Eneida de Publio Virgilio o la epopeya anónima de Gilgamesh. Su estructura imita la obra cumbre del poeta griego, pues además de una introducción y prólogo escritos a modo de los clásicos, el texto se compone de dos Libros o partes: De la vida y la Muerte (Cantos o capítulos I a XIV) y Del Amor y la Ira (Cantos XV a XXVII), mientras que La Odisea lo conforman tres Libros y 24 Cantos o rapsodias.

 

En ambas obras el relato comienza con el retorno al hogar del héroe (Odiseo-Hesión) tras una larga campaña militar de diez años de duración (guerra de Troya-Yakra), que concluyó en una victoria pírrica. Como en muchos poemas épicos antiguos, comienza in media res para narrar hechos anteriores y experiencias del propio protagonista. Su amada (Penélope-Eithne) juega un papel relevante en la trama, en cierto momento el héroe visita el Inframundo (una metáfora del viaje por la vida, el equivalente al viaje iniciático moderno) donde la persona muerta que más ama le revela su destino, y en el desenlace se venga de todos sus enemigos, con lo que se restablece finalmente la paz.

 

La Orfíada es, por consiguiente, una historia trágica de ambición, amor y venganza en tiempos de guerra, ambientada en una antigüedad alternativa. Una metáfora de reinos que existieron en la realidad aunque en épocas diferentes; así, el Gran Reino es la Rusia medieval, el archipiélago de la Hélade –de donde proceden los antepasados de Hesión– es la Grecia clásica, y los Kanatos –unión de muchas naciones subyugadas por el poder del gran Kan Magus– corresponde al imperio persa de Darío. A ellos se suman otros reinos-isla al sureste, como el territorio de los celtas de Nuadha Brazo de Plata y el lejano Orestes a donde parte el poeta Autólico, que equivaldría a Alejandría, entre otros.

 

El texto original que constituye La Orfíada se atribuye a Autólico de Sandria, reputado poeta, cronista y maestro de sabios de la biblioteca de Sikandar, quien conoció personalmente a los protagonistas y describió su gesta. Un poema épico escrito en hexámetros en el idioma oficial del Gran Reino, el glagos, que un anónimo traductor (recurso literario) se toma la libertad de reescribir para mejor comprensión de sus contemporáneos.

 

En ese mundo alternativo existió la magia hace miles de años, pero quedó dormida cuando los hombres rompieron el pacto primigenio que mantenían con sus dioses. Sin embargo, éstos siguen existiendo e interfieren esporádicamente en los asuntos humanos, como lo demuestra el rivhar (milagro) que la Diosa –un ente femenino primordial ligado al mundo natural– concede a Eithne, de modo que ésta pueda salvar la vida de su amado durante la primera gran batalla acontecida en la lejana ciudad de Svalensko.

 

En La Orfíada se retoma la figura clásica del héroe griego, el de semidiós o protegido por éstos capaz de arrostrar cuantas dificultades surgen a su paso y a quien sólo otro héroe de su mismo nivel puede matar; un auténtico mito que habita en una esfera superior a la del resto de mortales. A este respecto, la influencia de las obras épicas indicadas y de otras como Jasón y los argonautas se hace patente en su construcción y en detalles específicos de las misiones o trabajos que lleva a cabo (léase homenajes o referencias; por ejemplo, cuando Hesión llega a las porquerizas donde cumple castigo Bashlenki para solicitar su ayuda, ha perdido una sandalia, exactamente igual que en el episodio de Jasón ante el rey Pelías).

 

Debe tenerse especialmente en cuenta que el héroe es un personaje dominado por pasiones básicas, como la fuerza, la ambición, el amor o la ira, carece de una moral dependiente de principios religiosos y juzga sus actos en términos de honor y de aristeia, como los antiguos guerreros griegos. Así, pues, para Hesión es un acto de justicia esclavizar de por vida a su tutor por haber traicionado la confianza de su padre o asesinar a los hijos de sus enemigos. Por ello, tan héroe es Hesión como su rival, el sanguinario general Yaroslav, a quien desde nuestra óptica no dudaríamos en calificar como villano.

 

Pese a lo anterior, Conde no hurta la visión del pueblo que sufre la guerra en primera persona, que hemos de interpretar como una concesión posmoderna al lector. Así, Nabarza, personaje secundario que alcanza protagonismo en determinados momentos de la trama, es un guerrero valeroso aunque pragmático, de extracción humilde, cuyo papel es aportar un nuevo nivel de complejidad a la visión mítica (Hesión), religiosa (Eithne) y racional (Autólico) del conjunto.

 

En cuanto a estilo, el escritor canario demuestra una extraordinaria solidez narrativa y una gran adoración por la épica clásica. Es capaz de hilvanar múltiples y complejas tramas que involucran a gran cantidad de personajes; a todas ellas dota de protagonistas atractivos y situaciones emocionantes en las que los clímax se suceden sin interrupción. En esta dinámica novela abunda la acción y el diálogo, pero no se escatiman los momentos de introspección ni las frases cargadas poética ensoñación ("El bosque entero estaba regado de lluvia y plañía con el llanto de las acículas que derramaban sus gotas sobre la hojarasca”). Ciertamente el discurso se torna a veces ampuloso y grandilocuente debido al mimetismo helénico, pero ello con frecuencia refuerza su carácter épico (“Entonaban cantos para templar el valor y tornar la ansiedad de marchar a la guerra en algo indistinguible del orgullo”). Completa esta visión un léxico adecuado a contexto, un buen empleo de la elipsis, algunas metáforas particularmente bellas ancladas en el clasicismo heleno, un tono perfectamente adaptado a cada pasaje y un sin fin de poderosas imágenes capaces de transmitir esta nueva realidad a la imaginación del lector.

 

Como se ha comentado, el relato hunde sus raíces en la antigüedad, en especial la Rusia medieval y la Grecia clásica, de donde adopta y transforma algunos de sus acontecimientos históricos más relevantes, su mitología, pensamiento, forma de vida, usos militares, tecnología, economía, etc. Pero el autor, lejos de una superficial yuxtaposición imitativa, elabora un sorprendentemente rico y original devenir histórico que resume en los exhaustivos apéndices. Estos anexos, que incluyen abundantes spoilers por lo que en modo alguno pueden considerarse un dramatis personae, aportan información de contexto sobre personajes y situaciones, el pasado y presente de este mundo ficticio. Destaca el Apéndice B: Mitos y Leyendas, atractivas narraciones que complementan la trama y explican la cosmogonía, tradiciones, Historia y costumbres del Gran Reino, junto a diversas enseñanzas morales.

 

Si bien la novela comienza de forma un tanto lenta, un largo preámbulo al servicio de la presentación de personajes y su entorno, al tomar los protagonistas caminos separados para cumplir sus respectivas misiones la trama adquiere un ritmo mucho más atractivo y el texto gana en viveza y realismo. Descubrimos una rica geografía poblada por diversas tribus o etnias, realidades sociales muy diferentes que las que gozan los privilegiados cortesanos, continuas sorpresas que surgen en el camino, y nuevos personajes y líneas de acción plenos de imaginación e inventiva.

 

Aparece también una interesante subtrama de conflicto étnico. Los odios larvados durante largos años entre las tribus del Gran Reino explotan al ser avivados por alguien con tan pocos escrúpulos como la ambiciosa zarevna, quien no duda en emplear todos los recursos a su alcance para la consecución de sus propios intereses políticos. Una balcanización de la guerra que aporta un plus de realismo que pocos autores suelen tener en cuenta (en literatura fantástica podemos encontrar el ejemplo de Alarido de Dios, de José Miguel Vilar-Bou) y sirve de espejo de nuestra realidad más execrable. Surgen entonces las páginas más crudas y brutales, aquellas que describen la limpieza étnica y el desplazamiento forzoso de refugiados, las matanzas indiscriminadas y los crímenes de lesa humanidad, que recuerdan conflictos como el de la antigua Yugoeslavia.

 

Además, el lector interesado puede hallar a lo largo del texto todo tipo de referencias a la mitología clásica, a otras obras del autor (Mystes y Crónicas del Multiverso, particularmente, donde también esboza su idea de que el universo fue creado por una deidad primigenia a partir de un sueño), homenajes a grandes escritores fantásticos como Tolkien o Lovecraft, e incluso guiños frikis –sin ir más lejos, el zar Alejo II toma su nombre del conocido editor y propietario de la librería Gigamesh–. O buscar sorprendentes correlaciones con episodios históricos reales, como el citado casus belli o el asesinato de la familia imperial rusa y la posterior desaparición de la zarevna.

 

La Orfíada es, ciertamente, una obra espectacular pero cuyo acabado formal no siempre se encuentra a la altura de las elevadísimas expectativas: la prosa no alcanza en todo momento las cotas líricas exigibles a un desafío literario de este calibre, la documentación histórica y la introspección de época resultan un tanto huecas y artificiosas, y hubiera sido conveniente aplicar la tijera en aquellas partes no fundamentales con el fin de aligerar una trama ya de por sí demasiado densa.

 

Por otra parte, esta novela integra en unas mismas coordenadas espacio-temporales el bagaje cultural de varias civilizaciones que existieron en diferentes periodos de la antigüedad, una propuesta a priori sumamente atractiva que, no obstante, tiene el inconveniente de los inevitables anacronismos e inconsistencias. Si, por ejemplo, el Gran Reino se inspira en la Rusia medieval, la influencia helénica del contexto le hace retroceder varios siglos (milenios, en realidad), casi hasta las postrimerías de una Edad de Bronce idealizada, patente en las armas, tecnología, política, polis, poliorcética, batallas… por lo que resulta chocante encontrar conceptos y vocablos relativamente modernos como zar (“emperador de Rusia”, derivado del latín “c(e)sar” y utilizado entre los años 1546 y 1917), voivoda (gobernador militar de una provincia eslava), kopek (moneda rusa de metal), oprichnik (comisario político) o los más exóticos “farautes” (en francés, funcionarios del ejército) y “naginata” (arma de samurai del Japón feudal). Hubiera sido deseable una revisión terminológica que sopesara la adecuación de estas palabras y su posible sustitución por otras más genéricas, como emperador, gobernador militar, espía, etc. No es un asunto baladí, puesto que estos detalles juegan en contra de la credibilidad del relato y podrían predisponer negativamente a los amantes de la novela histórica.

 

Víctor Conde es, sin lugar a dudas, uno de los escritores fantásticos más interesantes del momento. Narrador experimentado caracterizado por su diversidad temática, imaginación desbordante y capacidad innata para transmitir imágenes y sensaciones, sus tramas suelen ser complejas y difíciles de sintetizar, repletas de cursos de acción. En esta novela aúna su predilección por la literatura fantástica y su amor por la épica clásica, ofreciendo un producto atractivo y novedoso ambientado en una antigüedad alternativa. Una obra muy ambiciosa que constituye uno de los títulos más destacados del año, con potencial, si se dieran las condiciones necesarias, de convertirse en referente de la actual literatura fantástica española.

 


 

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