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Libros publicados en 2006

El monstruo de las galletas

El monstruo de las galletas

Comentario:

 

El Grupo Editorial AJEC, con su editor Raúl Gonzálvez del Águila al frente, se está caracterizando por una vitalidad sorprendente. Si bien su andadura profesional comenzó con no demasiado acierto (1), y sus ediciones han tardado bastante en resultar satisfactorias desde el punto de vista técnico, en poco más de tres años ha publicado con solvencia algunos buenos títulos dentro del panorama de la literatura de ciencia ficción en España: antologías tan deseadas como «Axiomático», clásicos como «El sueño de hierro» o «El rebaño ciego» (próximamente), ó títulos de repertorio tan interesantes como «Britania conquistada» o «253». Además de potenciar la creación autóctona con diversos títulos, generalmente de fantasía («Jitanjáfora», «Los navegantes») y mantener una labor de proselitismo financiando un premio, el «Melocotón Mecánico», que además publica su propio volumen antológico.

 

Así las cosas, publicar nada menos que dos premios Hugo de novela corta en volumen único se antojaba una nueva oportunidad para el disfrute del aficionado, aunque el formato bolsillo no pareciera a priori la mejor de las soluciones. Sin embargo, pese a su evidente interés, el libro no alcanza las altas expectativas creadas, ni a nivel de edición ni en cuanto a calidad de las narraciones (algo que no supone ya novedad alguna si tenemos en cuenta buena parte de las últimas obras galardonadas en los principales premios del fantástico); pese a todo, es de justicia agradecer a AJEC el esfuerzo y valentía de editar unos relatos que de otra forma era más que dudosa su publicación. La traducción, complicada, discutible y no tan insatisfactoria como apuntan algunos críticos, se deja llevar por el exceso de modismos, especialmente en la segunda historia. Pero donde la edición falla ostensiblemente es en la labor de revisión de textos, auténtica asignatura pendiente -en mayor o menor grado- para la inmensa mayoría de editoriales del sector, desde sellos amateurs a profesionales. Sinceramente, creo que cualquier aficionado agradecería una edición sin fallas de un buen libro aunque tuviera que esperar algo más o pagara un par de euros extra.

 

En esta ocasión, Vernor Vinge abandona sus habituales tramas de Space Opera hard («Un fuego sobre el abismo», «Un abismo en el cielo», «Naufragio en tiempo real», «La guerra de la paz») para abrazar un sustrato más cercano: dos historias que comparten como tema la presencia masiva de la tecnología en el devenir diario de las personas “normales” y la progresiva influencia de la Red Global como vehículo preferente de interacción. Dos narraciones dotadas de un ritmo frenético, una trama lineal que se desarrolla en tiempo real (en el lapso de unas horas), sin saltos temporales, acciones en paralelo ni excesivas florituras de estilo. Los personajes asumen con insólita urgencia los acontecimientos, se adaptan y reaccionan sin que el lector apenas posea tiempo para acomodarse a la nueva situación. Así es el “shock del futuro” y la trama filotecnológica del escritor americano se ocupa de reflejarlo a la perfección en el entorno de un instituto de secundaria o en un proyecto revolucionario desarrollado en un complejo de investigación.

 

Con este volumen el sello AJEC prepara el terreno para la publicación de más libros del autor en España, tal vez comenzando por la reedición de la muy recomendable duología «La Guerra de las Burbujas», al que podría seguir su última novela publicada: «Rainbow’s End», ambientada en el mismo universo y con los mismos personajes de la segunda novela corta incluida en el presente libro.

 

Incluye:

"El monstruo de las galletas"

"Acelerados en el instituto Fairmont"

 

(1) Una edición bastante desafortunada de «Teranesia», una obra menor del gran Greg Egan.

 

Valoración: Regular

"El monstruo de las galletas" (The Cookie Monster, 2003)

Premio Hugo 2004 y finalista del Nebula

 

Dixie Mae es una chica despierta que cree aprovechar la oportunidad de su vida al comenzar a trabajar en el Departamento de Atención al Cliente de una multinacional de alta tecnología. Pero el primer día de trabajo recibe un e-mail obsceno, un mensaje sumamente extraño que contiene abundantes insinuaciones sobre su vida privada al tiempo que ofrece pistas sobre su futuro. El carácter decidido de Dixie Mae acaba imponiéndose a su sentido común y, junto a un jocoso compañero de trabajo, iniciará la búsqueda del culpable por todo el complejo empresarial. La inquisitiva Mae se preguntará entonces por qué fue elegida si su perfil no era el más adecuado, el propósito de que varios empleados trabajen en un cuestionario sobre ciencia cognitiva, o por qué todo el mundo parece vivir un desfase temporal. Todo apunta a algún tipo de experimento con algún oscuro propósito, y el causante de ello debe ser el profesor Gerry Reich, un investigador especializado en realidad virtual.

 

Vinge escribe una historia progresivamente dinámica pero decididamente menor. Tras una aburrida primera mitad, el misterio (trivial) por fin se pone al descubierto y tiene lugar la auténtica aventura: la venganza contra un genio creador dotado de un perverso sentido del humor. Pero, ¿cómo luchar contra él si al cabo del día reinicia el programa maestro? Un relato con un pobre dibujo de personajes y una ambientación completamente desaprovechada, muy centrado en la trama de influencia «Matrix». Contiene algunos guiños a varias obras de ciencia ficción que tratan el tema de la simulación de la personalidad por ordenador, aunque olvide un notable ejemplo: nada menos que “Entra un soldado, después entra otro” de Robert Silverberg, premio Hugo de 1990.

 

Valoración: Interesante

"Acelerados en el instituto Fairmont" (Fast Times at Fairmont High, 2001)

Premio Hugo 2002

 

Semana de exámenes finales en el Instituto de secundaria Fairmont. Tras las pruebas de rutina, los estudiantes centran sus esfuerzos en el examen “vocacional”, un ejercicio dividido en el desarrollo de un proyecto de colaboración “física” entre dos alumnos y un examen de destrezas inasistidas, es decir, sin ningún tipo de ayuda externa ni conexión a la Red Global.

 

Juan Orozco tiene 13 años y asiste al último curso académico. Un estudiante de origen humilde y mente no demasiado brillante, que se ayuda de drogas personalizadas e ilegales para aumentar su capacidad de memoria y poder estar así a la altura de los estudiantes más aventajados. Como su amigo Bertie, un alumno “remoto” que mantiene contacto con los principales grupos de investigación a nivel mundial, un inmejorable trampolín para su futuro profesional. Pero el proyecto local le exige unirse a un estudiante “físico”, una chino-americana con una familia muy especial (entre otras razones, tiene un hermano que resulta ser su abuelo), que ha ideado un plan relacionado con la temporada estival de estrenos de películas de la multinacional Foxwarner. Juan comienza a sentirse atraído por la chica, y ser consciente de que su inteligente pero egoísta amigo Bertie estaba utilizándolo en beneficio propio.

 

Vinge propone un texto más incisivo, imaginativo y complejo, aunque siga haciendo uso del mismo estilo simplista del relato anterior. A través de escenas dinámicas y el empleo de abundante jerga informática aplicada a la realidad cotidiana (para hablar, por ejemplo, de privilegios de visitante para acceder a los hogares), el escritor americano plantea un futuro consistente, atractivo, pero igualmente artificioso. Su confuso discurso narrativo y la completa ausencia de capacidad especulativa hacen naufragar la historia hacia un desenlace casi surrealista, con los personajes parapetados con tecnología obsoleta en un parque público en plena noche, siguiendo el rastro de unos ratones de laboratorio que roban nodos orgánicos de red para arrastrarlos hasta su escondrijo.

 

Aunque estos jóvenes personajes poseen únicamente trece años, hablan, se comportan y poseen los conocimientos técnicos de auténticos adultos (de hecho, algunos de esos adultos han quedado obsoletos, devorados por la vorágine de la tecnología futura). Sus proyectos de fin de carrera se antojan hoy, lisa y llanamente, estudios de avanzada que exigirían años de investigación y pruebas de laboratorio por parte de un ingente equipo de investigación (no es de extrañar, pues, que la mayoría queden en el terreno del planteamiento teórico, absolutamente irrealizables pese a los contactos que aseguran poseer). Pese a todo, Fairmont no parece ser una institución modelo para jóvenes genios, sino un centro especial que se distingue por su peculiar forma de entender la enseñanza (2).

 

En resumidas cuentas, el atractivo del relato reside más en los detalles de futuro que en su enrevesado argumento, fundamentalmente la interacción entre tecnología y realidad que permite el acceso de alumnos a distancia, una realidad mejorada (casas con realces virtuales, decoración creativa de calles), ropa inteligente, pirateo de identidades o paquetes que se auto-entregan al destinatario allí donde se encuentre. Son algunas muestras de las infinitas posibilidades de la omnipresente Red Global.

 

(2) Su Director Alcalde se esfuerza por adecuar la educación a la realidad de un mundo en vertiginoso cambio, pero mantiene un examen impopular que a su juicio supone “la máxima protección contra fallos del sistema”, es decir, una prueba que exige a los alumnos desarrollar sus propias capacidades al margen de la Red (aunque no sin ayuda de la tecnología, por cierto).

 

Valoración: Interesante

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